Queridas madres. Queridos padres.
Hace unos días escribía una carta de despedida a vuestras
hijas e hijos y no quería dejar escapar la oportunidad de deciros unas palabras.
Me expreso mejor por escrito y he elegido este medio para despedirme.
Hace casi dos años, la primera vez que me reuní con
vosotras, os pedí confianza. Recuerdo que os dije que sería muy difícil
trabajar si vosotros no confiabais en mí.
En primer lugar os quiero dar las gracias por esa confianza
y por el trato impecable que siempre habéis tenido conmigo. Siempre me he
sentido respetado y gracias a eso, he
podido desempeñar mi trabajo sin presiones. No os imagináis lo importante que
es eso.
Me considero una persona muy afortunada porque mi trabajo es
una de mis grandes pasiones. Es una suerte poder dedicarte a algo que te gusta
tanto.
Me considero un soñador, pero también un hombre de acción. Y
desde dentro, intento actuar para que la escuela cambie y se haga mucho más
humana, cercana y apasionante.
Quería también disculparme por mis errores. Puedo aseguraros
que no ha habido mala intención. Espero que no hayan sido demasiados y sobre
todo que no hayan sido graves.
Me gustaría que la escuela cambiara más deprisa de lo que ya
lo hace. Creo que el cambio de modelo educativo es necesario y es ya un hecho. Es lento pero es imparable. A menudo da
vértigo sentirse agente de ese cambio.
Vuestros hijos no son
como eráis vosotros a su edad. Vuestros hijos son afortunados por vivir en una
época en la que la tecnología les facilitará la vida. No hay que temer al
futuro.
La escuela como digo debe cambiar, porque la sociedad se ha
transformado y una escuela que no se adelanta y se adapta a esos cambios es una
escuela muerta. Cuando nosotros éramos pequeños, el conocimiento estaba en los
libros de texto y era a veces difícil acceder a él, hoy tenemos el mundo a
golpe de google y el acceso a la información está en nuestros bolsillos. Hay youtubers maravillosos que explican todo, desde la Revolución francesa a
la polinización; probadlo. Hay que aceptar con humildad que el papel del maestro ha cambiado y que somos más
facilitadores y guías que dueños de la información. Debemos bajar de las
tarimas y aprender de ellos. Debemos ser humildes. Nuestro trabajo es apasionar
a los niños, no aburrirles. No hay aprendizaje sin emoción y la escuela puede y
debe ser emocionante. Eso es lo difícil. No os imagináis cuánto. Eso y vencer todas las resistencias para hacer
de la escuela una oportunidad. Disculpadme si no lo he conseguido. Queda mucho
camino.
Creo que debemos
preparar a nuestros niños para un mundo en continua evolución. En este tiempo
he intentado ayudarles a ser a ser críticos, a relacionarse de manera más eficaz
con el mundo que les rodea y sobre todo a ser muy curiosos.
Creo que el mayor reto de un maestro es apasionar a los
niños por el conocimiento porque ciertamente descubrir cosas y entender el
mundo es algo apasionante que no podemos permitirnos que no sepan. He huido en
lo posible de tareas mecánicas y
repetitivas para que sean capaces de buscar y manejar la información; he
intentado que aprendan a trabajar en equipo porque la cooperación es un motor
de cambio y porque juntos somos mejores; he procurado hacerles conscientes de
la diversidad porque en la diversidad
uno crece y se enriquece; he intentado inculcarles valores de solidaridad y
empatía y he trabajado para que puedan mejorar su expresión escrita y oral y
para que hagan de la comunicación una herramienta poderosa.
Al principio os hablaba del Aprendizaje basado en proyectos,
del aprendizaje cooperativo y de las evidencias neuroeducativas como elementos
vertebradores de mi práctica docente y desde el principio me ayudasteis en ese
camino. Me he sentido absolutamente libre y apoyado en mi decisión de prescindir
de libros de texto y hacer de la vida el material más importante de la escuela.
Como les dije a los niños hace unos días, espero de ellos que sean ciudadanos
críticos, creativos, abiertos y curiosos. Espero, sobre todo, que sean buenas
personas.
Lo son. Vosotros sabéis que lo son y por eso también os
quiero felicitar. Siempre que alguien
critica a los niños y los jóvenes, pienso en los cientos de niños y jóvenes que
conozco y sé que es absolutamente falso. Son maravillosos y tienen una mirada
llena de futuro y de esperanza. Merecen que creamos en ellos.
También os quiero apercibir de que sigáis cuidando esa bondad.
Cada día se expondrán a cientos de experiencias, buenas y malas, y es trabajo de las familias sobre todo, que
disfruten de las buenas y que aprendan de las negativas y que no se conviertan
en insolidarios y egoístas.
Disfrutad de ellos porque antes de que os deis cuenta habrán
dejado de ser niños. Y estad siempre junto a ellos para que cuando llegue ese
momento podáis sentiros orgullosos de las personad en las que se han
convertido. Yo estoy muy orgulloso de todos ellos.
Esos son los deberes que os mando; que los disfrutéis y los acompañéis.
Permitídmelo. En mis casi veinte años en
la escuela he aprendido que el verano es para disfrutarlo. Encargaos de que
ellos lo disfruten y disfrutadlo mucho junto a ellos.
El primer día que os conocí os abrí mi clase y algunos de vosotros
habéis venido a enseñarnos cosas fantásticas. Gracias a todos porque yo he aprendido
mucho de vosotros y de vuestros hijos.
Me da mucha pena decir adiós, pero me reconforta pensar que
ha merecido la pena.
Sigo aquí.
Con todo mi cariño.
Jose
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